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Consecuencias del alcohol en la familia y por qué causa codependencia


Mtra. Susana Mondragón y Cecy Mizrahi.

Reimpreso de (Ganar Aliados no. 17 Enero-Marzo 2005) con permiso de la Central Mexicana de S.G. de A.A., A.C.

Dentro del área de las adicciones químicas, el concepto de co-dependencia surge inicialmente en relación al tratamiento con alcohólicos (Mellody, 1989).  Hacia finales de la década de los 70’s e inicio de los 80’s, el alcoholismo aún era considerado una enfermedad dentro de la cual el individuo se recuperaba en una forma aislada, es decir, sin integrar en el tratamiento a la familia del paciente, y donde el apoyo de la red social lo constituían otros alcohólicos en proceso de rehabilitación.

 

Con el transcurso del tiempo, y conjuntamente con el desarrollo del concepto de terapia familiar, por Virginia Satir, Vernon Jonson, Sharon Weischeider-Cruse, y otros especialistas, se comenzó a considerar el alcoholismo como una enfermedad familiar, dilucidándose al mismo tiempo el hecho de que toda la familia se veía afectada por esta situación. (Schaef, 1992).

 

Surgen con esta nueva perspectiva términos como codependencia y habilitador, conceptos utilizados para describir a la persona que establecía relaciones dependientes con el alcohólico (inicialmente su pareja), es decir quien sin darse cuenta sostenía la conducta consumidora de él. (Friel & Friel, 1988)

 

A pesar de la perspectiva familiar, el tratamiento mantuvo una orientación fundamentalmente hacia el alcohólico, lo que dejaba en segundo plano tanto la problemática grupal como individual de cada

uno de los miembros de la familia. El objetivo era «mejorar al alcohólico», se destinaba poca preocupación por la recuperación del habilitador o co-dependiente, sólo importaba que este dejara de actuar, de manera que no perpetuara la enfermedad del alcoholismo.

 

Más tarde se reconoció que no era sólo la pareja del alcohólico quien

mantenía la conducta consumidora , sino que los otros miembros de la  familia también participaban de esta condición; cada integrante del grupo familiar podía ser considerado co-dependiente del alcohólico, pero su propia enfermedad no era considerada como tal, no se entendía como una enfermedad aparte de la dependencia a sustancias, y aunque fuese así, el foco de atención se limitaba a procurar a la familia una mejor convivencia con el paciente adicto.

La etapa siguiente de la evolución en la conceptualización de las adicciones, fue reconocer que tanto el habilitador como el codependiente, también sufrían y necesitaban de ayuda, especialmente orientada a su propia problemática. Poco a poco se empezó a reconocer que la co-dependencia era una enfermedad con sus propias características; clasificándola como enfermedad en la medida que existe un punto en el cual la vida de la persona deja de funcionar bien, la persona se deteriora mental, física, psicológica y espiritualmente.  Además, si no se trata, tiene un pronóstico negativo y puede llevar a la muerte debido a complicaciones psicosomáticas, como úlceras, presión alta, incluso cáncer (Álvarez del Real, 1992).

Por lo que se puede mostrar, que en la dependencia química-co-dependencia es tan relevante la recuperación del individuo co-dependiente como la mejoría del dependiente químico. Muchas veces, los dolores, angustias, dificultades para lograr una vida sana,

son iguales o incluso más intensos en el familiar codependiente, ya que esta disfuncionalidad llevada al extremo puede tener efectos tan dramáticos como los de la droga en la identidad del individuo.

 

El estilo de comportamiento del co-dependiente y su forma de interacción con el adicto, no se resuelve de manera fácil, ya que el cambio de relación va más allá de un mero cambio de ciertos comportamientos o conductas inadecuadas. Son muchos los temas importantes por considerar y trabajar para lograr una mejor recuperación individual que repercuta en el sistema familiar.


¿Qué es lo que AA no hace ?


Hablamos por lo tanto de temáticas tanto personales como grupales, hablamos de roles y funciones a nivel familiar, y sin duda también hablamos de patrones de socialización. Es muy probable que muchos padres se sientan culpables o inadecuados al descubrir su sintomatología co-dependiente, pero la realidad es que este comportamiento generalmente ha sido considerado el correcto, incluso socialmente.

 

Muchas veces el propio entorno cultural enseña a funcionar de manera co-dependiente. Si nos remontamos a la educación que recibimos cuando niños, no solo en las familias sino que también en los colegios, descubrimos que lo que más se enfatiza es que tenemos que portarnos bien, ser perfectos, amorosos, cumplir con nuestras obligaciones, pero no se nos enseña a expresar emociones o sentimientos, menos aún si hablamos de sentimientos de insatisfacción, rabia o tristeza, la educación afectiva adquiere un papel secundario. Se nos enseña a expresar lo que pensamos no lo que sentimos.

 

 

En las mujeres el problema es aún más acentuado. Socialmente para ellas, ser co-dependientes es casi lo esperado. En los sectores populares, este fenómeno resulta más acentuado, el ser co-dependiente es lo deseable.

Por esto, el proceso de revertir la co-dependencia se hace en ellas aún más difícil, puesto que implica además, el enfrentarse con la propia cultura, ser consideradas malas madres, egoístas y muchas veces ser rechazadas socialmente.

 

Como resultado de todas estas investigaciones dentro del ámbito de las dependencias químicas, el problema de co-dependencia ha pasado a ser lo suficientemente relevante para ser considerada como una enfermedad con características propias, la cual merece una atención  especializada y circunscrita a su propia realidad o sintomatología. (Schaef, 1992)  En la actualidad, ambos conceptos, «co-dependencia y habilitador», se han desarrollado como conceptos claves en la comprensión de las dinámicas interpersonales o relaciones que se forman alrededor de un dependiente químico, sin embargo, los dos conceptos aún no se encuentran bien definidos.  Al mismo tiempo que estos conceptos han logrado mayor aceptación dentro del área de los tratamientos, se han desarrollado confusiones significativas acerca de su naturaleza exacta y de las conductas específicas que las definen.

Los profesionales en el área de la adicción han comenzado a explorar las relaciones interpersonales que acompañan al adicto, encontrando que existen personas alrededor de éste que en su desesperación se comportan de tal manera que sin darse cuenta se convierten en facilitadores o mantenedores de su conducta, como

también existen familiares que se relacionan en forma codependiente con el adicto (Schaef, 1992).

 

 

En el caso del facilitador se observan una serie de conductas y acciones concretas que mantienen la conducta adictiva; en el caso del co-dependiente, existe una relación estable que sostiene en el tiempo de consumo de sustancias y su patrón de comportamiento. Por lo tanto, los facilitadores no son siempre miembros de la familia, ni se encuentran en una estrecha relación con el adicto. Pueden ser tanto un amigo, un terapeuta, como un profesor. Cualquier persona que adopte una conducta protectora en una situación determinada, impide al adicto el aprendizaje directo del costo de su adicción, constituyéndose como un obstáculo para su rehabilitación (Domeyko, 1993).

 

No es necesario estar envuelto en una relación estable con el adicto para ser  habilitador de su conducta, y son muchas las maneras en

que una persona puede facilitarle al adicto el uso compulsivo de drogas.  Algunos comportamientos característicos de facilitadores en el área de trabajo serían;

* Consecuencias del alcohol en la familia y porque causan

co-dependencia.

* Minimizar su conducta de consumo y adicción.

* Permitir indebidas ausencias y tardanzas.

 

Todas estas conductas se hacen más difíciles de controlar por parte de los habilitadores, debido a que el adicto está manipulando continuamente su medio ambiente para lograr sus propios objetivos, es decir continuar con el consumo de drogas y su estilo de vida.

El habilitador y el co-dependiente muchas veces coexisten en la misma persona, en ambas situaciones se protege al adicto a las consecuencias de su conducta. La diferencia está en que habilitar se refiere a una conducta específica, mientras que la co-dependencia hace referencia a un patrón de relación, dentro del cual continuamente se habilita al adicto. (Domeyko, 1993)