Desde el primer síntoma — el insomnio — hasta la demencia alcohólica o la senilidad precoz, las redes del alcohol son lentas y suaves, pero extraordinariamente amplias: úlcera gástrica, pancreatitis, hepatitis alcohólica, polineuritis, anemia y desnutrición (un gramo de alcohol equivale a siete kilocalorías vacías), cardiopatías, epilepsia, impotencia, hipoerotismo y esterilidad — entre otras enfermedades —, son su factura cotidiana.