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«A los borrachos no los quieren ni en los hospitales…»

Reimpreso de (Boletín Ganar Aliados no.55) con permiso de la Central Mexicana de S.G. de A.A., A.C.

 ¡Usted puede darle otra oportunidad a su empleado alcohólico! 

 

Si observa que su empleado no quiere dejar de beber pese a la oportunidad que se le dio, es mejor despedirle. Tengamos en cuenta que el programa de Alcohólicos Anónimos no es para el que lo necesita sino para el que lo quiere; hay que estar seguro de que no lo están engañando o engañándose a sí mismos. Si este es el caso, no vale la pena perder el tiempo; es mejor decirle adiós.

 

Pero si usted tiene un empleado que es trabajador, inteligente; que conoce y resuelve los problemas que enfrenta la empresa; que tiene visión para los negocios y facilidad para tratar con clientes y proveedores; que es una persona valiosa en la que la empresa ha invertido en capacitación para alcanzar el estado de experiencia que le permite manejarse como líder en su centro de trabajo, entonces sería una mala decisión perderlo porque bebe. Está en sus manos ofrecerle una oportunidad de oro, un procedimiento que le permita primero recuperarse físicamente con la ayuda de un médico, y una vez desintoxicado, tendrá que experimentar la necesidad de cambiar sus juicios y actitudes, se enfrentará a la obsesión de tomar alcohol, tendrá que conocer la inflexible verdad de la enfermedad del alcoholismo y tendrá que reconocer su derrota, que por sí mismo no podrá vencer tan terrible mal, que es necesario recibir ayuda de terceras personas.

 

Los enemigos que tiene que enfrentar el alcohólico son el resentimiento, los celos, la envidia, la frustración y, sobre todo, él mismo. Donde exista un grupo de personas agrupadas para crear bienes o servicios surgirán los grupos de poder, una rivalidad. Muchos alcohólicos piensan que existen personas dentro del trabajo que los quieren hacer caer y que no los permiten avanzar.

 

Esto no es así; la competencia es buena, porque despierta el ingenio y capacidad de hacer las cosas mejor que otras personas. El alcohólico cuenta con una capacidad de ingenio que le permite sobresalir entre los demás. Para una persona que no bebe — o que acostumbra beber sin ser alcohólica — es muy difícil entender esta enfermedad por ideas muy arraigadas y prejuicios, pudiéndose sentir más molesta con un alcohólico que aquella persona que bebe de vez en cuando; alguien que puede irse de «parranda» y levantarse al día siguiente para ir a trabajar, no puede entender que el alcohol sea un problema para alguien y suele pensar que los alcohólicos son personas débiles, torpes e irresponsables. Es muy difícil deshacerse de estas ideas, por lo que les sugerimos leer los capítulos 2 y 3 del libro Alcohólicos Anónimos.

 

Una vez que la persona ha pasado algunos meses sin beber, podrá ser muy útil para ayudar a otros empleados que están atravesando este mismo problema: un alcohólico que se ha recuperado podrá hablarle y hacerle partícipe de la enfermedad del alcoholismo a otro alcohólico, porque está poniendo en práctica los pasos de la recuperación. Al llevar una forma de vida diametralmente diferente, no se aprovechará de esta situación, ya que los pasos nos llevan a entender que debemos ser sinceros con nosotros mismo y con los demás, conduciéndonos con verdad si queremos alcanzar la corona de la sobriedad. 

 

Si está siguiendo concienzudamente el programa de recuperación, lo podrá ubicar en cualquier parte de la oficina donde lo necesite. Otra forma de ayudar a sus empleados alcohólicos es dejar este libro al alcance de todos; la experiencia nos ha demostrado que algunas personas que lo han leído han dejado de beber, y así la empresa deja claro que no tiene nada en contra de los empleados alcohólicos.