LOS JÓVENES · 12. marzo 2020
«El alcohol proporciona un efecto tranquilizante que está relacionado con circuitos neurobiológicos de recompensa y de placer, así como con la dopamina, substancia producida en el sistema nervioso. Cuando aumenta su consumo se producen cambios en estos circuitos que, a su vez, provocarán modificaciones a nivel cerebral, pero también hepático y corporal.»